Me gustaría compartir con vosotros la inspiración por la que he decido volver a contemplar. La motivación de este post es doble. Por un lado me gustaría abrir un espacio de reflexión y contemplación sobre la generosidad y por otra parte expresar mi necesidad de agradecimiento hacia todas las personas que hicieron aportaciones generosas en mi vida hasta hoy.
Mientras estoy escribiendo este artículo estoy tratando de llevar mi conciencia hacia dentro. Ese gesto que nos vuelve más íntimos, más honestos y más sabios. Habitando ese lugar donde sin tiempo ni espacio encontramos la claridad donde poder vernos y reconocernos. Es la sabiduría más valiosa que he podido aprender del gran Sergi Torres. La verdad es que siento mucha generosidad en este momento.
Voy a intentar seguir desde aquí… aunque con algunas distracciones… jajaja
Una buena manera de empezar puede ser cuestionando la generosidad dentro de nosotros mismos. Explorar nuestra propia idea sobre la generosidad. En coherencia con este medio de comunicación tan conceptual, me parece una buena manera de aterrizar en el tema atendiendo a algunas definiciones que me han ayudado a interiorizarme.
Etimológicamente generosidad nos habla de “abundancia en la nobleza”, aunque si tiramos un poco del hilo también su prefijo GEN nos habla de “generar, de abundancia, de prosperidad”
La generosidad se encuentra entre las claves de lo que solemos llamar ética, virtud o valores universales.
La generosidad es la práctica espiritual más accesible. Es un estado interno noble en el que nace una disposición a rendir, a ofrecer, a compartir lo mejor de nosotros con los demás.
Soltura, desprendimiento y entrega.
Para no liarnos con palabras bonitas puede ser muy útil abordar en primera instancia la generosidad desde un nivel de compresión práctico.
¿Quién no se ha encontrado alguna vez con la generosidad en la vida? ¿Realmente con qué nos estamos encontrando?
A estas alturas ya podemos intuir que para que ocurra le generosidad tiene que darse en nosotros una actitud de desapego. Todos hemos tenido nuestras dudas prácticas sobre esto y en especial en situaciones en las que damos y recibimos. El famoso sin esperar nada a cambio…
Cuando no se expresa la generosidad habitamos un estado de tacañería que está fundamentado en nuestra necesidad de retener. Esta acción de retener proviene de un miedo fundamental del egocentrismo que intentamos solventar a través de este mecanismo de compensación que se agarra a un clavo ardiendo en forma de posesiones, riquezas o incluso el conocimiento.
No hay remedios mágicos para salvarse de esto. Como casi todo en la vida es cuestión de práctica.
Es muy bueno empezar por reconocer lo que tenemos para dar. Si no puedo reconocer lo que hay dentro de mí difícilmente lo podré ofrecer sin sentirme escaso. Para empezar a sembrar semillas blancas podemos empezar por hacer entrega de nuestro tiempo, atención y nuestra escucha. Cosas tan simples como compartir nuestro conocimiento y nuestra experiencia nos pueden ayudar a saborear el compartir.
La contaminación egocéntrica.
Cuando la generosidad está sostenida por la sabiduría interna de la motivación la llevamos a un lugar mucho más profundo y honesto. Es responsabilidad de cada uno preguntarnos por nuestras motivaciones para no autoengañarnos.
Cuando el motor de una acción supuestamente generosa es una expectativa de premio personal o de conseguir resultados concretos podemos ponerla en cuarentena y revisarla porque será un pista de una generosidad contaminada por nuestro egocentrismo.
Es habitual que detrás de nuestro acto de supuesta generosidad exista la necesidad de un gracias, de que me quieran y de que me aprecien. También es muy posible que no exista una idea concreta en la consciencia pero haya alguna necesidad de reconocimiento a un nivel más inconsciente.
En estos casos no hay que darse cabezazos contra la pared. Estamos aprendiendo. Si la motivación es inconsciente entonces el acto será generoso en el momento que se manifiesta y dejará de serlo cuando descubramos qué nos hizo tomar esa decisión. Así nos vamos haciendo cada vez más sabios.
Algunas de las siguientes preguntas pueden poner en jaque las certezas del ego sobre este tema.
¿Cómo se que un objeto físico o un conocimiento me pertenecen?
¿Qué me ocurre cuando doy algo a alguien y la otra persona no lo quiere?
¿En qué medida tiene algo valor si no lo puedo utilizar?
¿Me siento generoso cuando doy lo que me sobra?
La presencia es el mayor gesto de generosidad que podemos tener.
Está a nuestra disposición de manera continua la posibilidad de explorar nuestra experiencia presente con cuidado, con mimo, con delicadeza y con sabiduría.
Gracias a nuestra memoria y la capacidad de traernos recuerdos al presente podemos reflexionar o revivir eventos de nuestro pasado para hacernos resentir y discernir si son o no son generosos. Puede ser una experiencia muy interesante pero siempre está bastante limitada por nuestros filtros a la hora de evocar ese recuerdo. En estos casos lo realmente valioso es darnos cuenta de la oportunidad que tenemos, en ese precioso momento, de ser generosos con nosotros mismos con lo que nos traiga el acto de recordar.
A través de la contemplación podemos encontrar el estado de generosidad nos hace olvidarnos de la generosidad como concepto o ideación en nuestra mente y vivirnos de esa manera que va más allá de las palabras y del rururu.
Cada instante es un buen momento para ser generoso.
Una gran amiga acompaña y organiza desde hace unos meses un grupo de lecturas inspiradoras en el que vamos a comenzar con la lectura de la Kaṭha-upaniṣad. Esta joya que nos regala el hinduismo comienza con unas líneas que nos hacen reflexionar sobre la generosidad.
Os invito a disfrutar de la sesión de presentación de esta nueva lectura. Un espacio de contemplación que nos permitirá reenfocar nuestra vivencia y relación con la generosidad y otros muchos temas de la mano de Montserrat Simón.
Os comparto también el cartel de presentación de la lectura y si después de la sesión os apetece uniros al grupo podéis poneros en contacto con Montse a través de su correo electrónico: contacto@montserratsimon.com

